jueves, 5 de abril de 2018

Donald Trump y la hora de la izquierda


El modelo económico que construyeron el PRI y el PAN se basa en la dependencia hacia Estados Unidos, con el TLCAN como principal instrumento.
En la actualidad, Estados Unidos es el destino del 80% del total de exportaciones de México. El segundo país al que se exporta más es Canadá, con sólo el 3% aproximadamente. Por exportaciones a Estados Unidos, México recibe alrededor de 300 mil millones de dólares. Igualmente, las remesas que envían los mexicanos en Estados Unidos representan una gran fuente de divisas, alrededor de 29 mil millones de dólares cada año.
Fue imprudente diseñar un modelo con ese grado de dependencia. Si la economía de Estados Unidos tiene problemas, como en 2008 - 2009, puede haber un descenso en sus importaciones. En relación a 2008, en 2009, el peor año de la crisis financiera, las exportaciones cayeron 26%. Y también hay riesgos por motivos políticos. Como ahora con Trump, que amenaza con terminar el TLCAN. Si el tratado se cae o se modifica a gusto de los norteamericanos, el volumen de exportaciones se puede ver afectado.
El plan de la casta política del PRI y del PAN fue liberalizar la economía, a la vez que se la "integraba" a Norteamérica. Hubo beneficios en la apertura en cuanto al crecimiento de las exportaciones, si bien la distribución de la riqueza ha dejado mucho que desear. México es un país más desigual y la pobreza sigue siendo un problema persistente.
El modelo cuelga de alfileres con Trump. México se encandiló con la oportunidad de exportar a Estados Unidos de manera libre, con el TLCAN. Eran tiempos del fin de la Guerra Fría y se previó un dominio unipolar estadounidense, con a caída de la Unión Soviética. La derecha liberal mexicana quiso treparse al carro de los ganadores. En el camino, marcamos distancia con el sur. Nos hicieron creer que seríamos de Primer Mundo, enganchados a los vecinos del norte.
La crisis de 2008 - 2009 y ahora Trump han sido baldes de agua fría, que nos han despertado de aquellos sueños incumplidos. El mundo ha cambiado, resulta que no es unipolar. China y Rusia han resurgido y otras economías, como la India, Brasil, Sudáfrica y varios países del sudeste asiático, representan polos de desarrollo económico.
Estados Unidos, bajo Trump, sigue una pauta de las derechas ahora proteccionistas y "desglobalizadoras", busca cerrarse, se siente amenazado por el crecimiento de otras potencias, por la amenaza del terrorismo, por el narcotráfico y la inmigración ilegal. Es la otra cara de la "apertura".
Nuestros sueños de Primer Mundo se convirtieron en pesadilla. Los pobres siguieron siendo pobres. Y los ricos se hicieron más ricos. El país quedó en manos de una oligarquía. La corrupción y el crimen organizado crecieron, reclutando jóvenes sin oportunidades. Nos dimos cuenta que el mercado estadounidense no sólo puede comprar mercancías legales, sino también ilegales. Los carteles mexicanos se volvieron los más grandes y poderosos del mundo. Se alimentaron de jóvenes excluidos. Y el Estado mexicano respondió con una guerra interna. Se disparó la violencia. Estamos sumidos en ese lodazal.
Los norteamericanos conservadores comenzaron a ver a México como un peligro, más que como un socio. Y como un país que sacó provecho de ellos. Trump quiere un muro que mantenga la violencia de los carteles fuera de su país. Y quiere revisar o liquidar un tratado que siente disparejo.
La derecha impuso su modelo pensando en el desarrollo de la economía del país. Pero no se preocupó de que la riqueza se distribuyera. Se engañó pensando que si a la burguesía le iba bien, le iría bien a todos. No fue así.
Este modelo parece condenado. Hasta su más férreo defensor aceptaría que hay que diversificar las exportaciones y reducir la extrema dependencia hacia Estados Unidos. Pero eso seguirá siendo insuficiente si no se resuelve el problema de fondo: en México hay muchos pobres y las brechas entre los más ricos y los más desfavorecidos son enormes. El país es caldo de cultivo del crimen. Y la solución de militarizar la seguridad pública ha llevado a un baño de sangre.
El proyecto de la derecha está agotado, por donde se lo mire. Es momento de la izquierda, de una que redistribuya la riqueza, que se plantee como prioridad reducir la desigualdad y la pobreza. A la par, debe superarse la dependencia hacia Estados Unidos. Y debe en todo momento defenderse la soberanía nacional. En pocas palabras, debe reemplazarse el modelo implementado por la derecha y construirse otro, enfocado en un desarrollo más justo.
La derecha se resistirá a los cambios. La oligarquía defenderá con uñas y dientes sus privilegios. Pero la historia es nuestra. Y la hacen los pueblos.

1 comentario:

  1. El problema radica en como superar la andanada de sanciones que caen sobre el país que tome el camino del socialismo. El imperio utiliza el bloqueo económico como su principal arma y con ella doblega a los gobiernos.

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