viernes, 21 de julio de 2017

Los rechazados de la UdeG y las trampas del estatus.



El examen de admisión se presenta como un instrumento de selección de los mejores aspirantes. No hay los suficientes lugares para todos, por lo que se elige a los de más alto puntaje combinado entre lo obtenido en el bachillerato y lo que se obtiene en el examen.

Por supuesto, los admitidos tienen motivo de orgullo. Pasaron el examen, obtuvieron más puntos que la mayoría. Esto se agudiza en el caso de las carreras con más puntaje, que lo son porque son las más tradicionales y las que tienen mayor demanda, como medicina, derecho, arquitectura o algunas ingenierías. Los mejores entran y los que entran a las carreras más demandadas son los mejores entre los mejores.

El proceso de admisión está nimbado por una búsqueda y obtención de estatus, en un plano evidentemente individual. Pero nosotros aquí lo enfocaremos desde otro punto de vista más estructural.

Sólo por razones heurísticas, pensemos el examen no como un instrumento de selección de los mejores, sino como un pretexto para excluir a todos los que "sobran" de acuerdo con los lugares disponibles. Nos podemos hacer preguntas como: ¿por qué existe ese número de lugares? ¿Qué determina que haya esa cantidad y no más? Estas preguntas nos conducirían en algún momento a la infraestructura existente en la universidad, a su política de crecimiento y, en última instancia, a quién decide qué construir, cómo y cuándo.

Pasamos a las cuestiones políticas. Los que deciden a dónde dirigir el presupuesto universitario destinado a la expansión de espacios son, nominalmente, los miembros del Consejo General Universitario (CGU). Sabemos, sin embargo, que en la universidad hay un "grupo hegemónico" encabezado por Raúl Padilla López y su círculo más cercano.

Y podemos enumerar una serie de obras y erogaciones que no tienen que ver con ampliar la matrícula de licenciatura, es decir, el número de lugares, sino con rubros como los espectáculos y el entretenimiento. Una muestra muy clara es la rapidez con que se construyó, por ejemplo, el Auditorio Telmex en Belenes y la lentitud del nuevo Centro Universitarios de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) en la misma zona. De repente no parece ser el principal objetivo o el prioritario ampliar el cupo.

Más allá de eso, podemos mencionar una serie de paradojas. En el caso de los estudiantes el proceso de admisión parece bastante restrictivo, pero, ¿qué pasa en el caso de los profesores? Muchos orgullosos admitidos podrían sorprenderse al saber que los procesos de ingreso, permanencia y promoción de profesores es bastante opaco y no suele prevalecer la meritocracia. ¿Alguien ha visto una convocatoria pública para adjudicar plazas en las preparatorias o las licenciaturas?

Los profesores de prepa y de licenciatura ingresan por dedazo. Y se puede imaginar cómo es que son elegidos: son amigos, son parientes, son recomendados. No hay algo como un "examen" con resultados claros y transparentes.

Esto no quiere decir que no haya profesores muy buenos en la universidad, pero también hay unos muy malos. Eso también se presenta en el caso de los puestos directivos, que, mientras más se escala en la estructura, más "políticos" son. El jefe máximo de la universidad, el que la ha regenteado por décadas, es sólo licenciado, y tiene a sus hermanos, primos, hijos, amigos, en todo tipo de puestos. Ahí no hubo nada parecido a una selección por méritos. Es sólo tráfico de influencias.

A esta universidad ingresan los admitidos. Pero ellos, con la trampa del estatus, difícilmente se interesarán en esas cuestiones. Ellos tienen un camino individual e individualista, que no va mucho con la transformación estructural de la universidad. Si puede ampliarse o no el cupo, no es algo que les interese.

Y esa actitud es muy cómoda para los que controlan la institución. Los estudiantes ingresan y egresan de generación en generación, pero los políticos permanecen. Si en el paso por la universidad los estudiantes sólo tendrán la mira puesta en sí mismos, no serán para nada un problema.

Sintiéndose los más "inteligentes", los que tienen más "conocimientos", los "mejores", muchos admitidos adquieren una mentalidad elitista. Su situación puede llegar a ser cómica: profesores que les darán clase, administrativos y directivos que manejan sus departamentos, los políticos que toman las decisiones en la universidad, muchos están ahí por parentela, por relaciones eróticas, por intercambio de favores, por cuotas de poder.

Hay gente que es admitida, que es mantenida en las licenciaturas, que es egresada, titulada e incluida en la nómina sin que haya tenido que pasar por ningún proceso de selección.

El estatus y el individualismo de muchos admitidos viene a ser una venda perfecta para que ignoren o evadan la realidad de la universidad.

Resulta que muchos admitidos, muchos de los más “listos”, vienen a ser los más pasivos y más desinformados. Y, en ese sentido, los mejores aliados, por inacción, de una mafia que no destaca precisamente por sus méritos académicos o intelectuales. En cambio, los rechazados, los “peores”, casi los parias, pueden llegar a ser los más activos y mejor informados, una piedra en el zapato de la casta gobernante.


Las demandas de los excluidos no tienen por qué ser promotoras de la mediocridad. Sirven para poner sobre la mesa todo aquello que es ignorado por los que caen en las trampas del estatus, el individualismo y el elitismo.

lunes, 10 de julio de 2017

Ricardo Gutiérrez Padilla, Enrique Alfaro y el PAN.




En las últimas semanas, un personaje hasta ahora no muy conocido destacó en los medios locales por su repentina aspiración a ocupar la rectoría general de la Universidad de Guadalajara.

Se trata de Ricardo Gutiérrez Padilla, quien se desempeñaba como director del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan). Siendo esa dirección un puesto controlado por Movimiento Ciudadano (el partido que gobierna la mayoría de los municipios metropolitanos) y siendo MC un partido controlado por Enrique Alfaro, las pretensiones de Gutiérrez Padilla fueron interpretadas por algunos como un intento del alcalde de Guadalajara por al menos incidir en la política interna de la universidad.

Es conocido que Enrique Alfaro y Raúl Padilla, el mandamás de la UdeG, no han tenido en el pasado reciente una buena relación. Alfaro rompió con el cacique allá por el año 2009, cuando se convirtió en alcalde Tlajomulco contendiendo bajo las siglas del PRD (un partido que es coto de Padilla).

Sin embargo, el novel alcalde se negó a entregar parte de la nómina municipal al "líder moral" udegeista. Se alió con Emilio González, entonces gobernador del estado, y dio comienzo a una abierta confrontación con los padillistas. Fracasó en su intento por arrebatarles el PRD. Y, después de varios movimientos, terminó por atrincherarse en MC.

Después de alejarse Padilla. la trayectoria de Alfaro tuvo dos grandes polos: la derecha local, agrupada en el PAN, y su primitiva alianza con Andrés Manuel López Obrador, es decir, en las antípodas del PAN. Esa dualidad se convirtió irremediablemente en un dilema.

En 2012 contendió en la elección de gobernador del estado, todavía como aliado del lopezobradorismo. No ganó, pero quedó cerca. Se le invitó a incorporarse a MORENA, la nueva plataforma de AMLO. Y fue entonces cuando tuvo que elegir.

Optó por la derecha. Ya en ese año, su estructura electoral estuvo llena de panistas y expanistas, muchos de ellos del grupo de Emilio González. Y en lo sucesivo esa presencia sólo iría aumentando. La ruptura con López Obrador fue inevitable y hoy es evidente: MORENA en 2018 tendrá un candidato propio que contenderá contra Alfaro. Muy probablemente sea el empresario Carlos Lomelí Bolaños.

En esa encrucijada en la que Alfaro se inclinó hacia los expanistas que venían siendo desalojados por el PRI, después de más de tres lustros de hegemonía blanquiazul en Jalisco, es en donde se cruzó con Ricardo Gutiérrez Padilla, cuyo camino había comenzado en la Universidad de Guadalajara.

En 2001, José Trinidad Padilla López, hermano de Raúl Padilla, se convirtió en rector general. Si tenemos obviar el nepotismo de ese nombramiento, sólo agregaremos que Ricardo Gutiérrez Padilla llegó a vicerrector. Era, pues, el segundo al mando.

Por razones aún no muy claras, Gutiérrez Padilla no terminó su periodo en la Vicerrectoría. El Programa de Planeación, Programación, Presupuestación y Evaluación (P3E), cuya implementación generó malestar entre profesores y directivos, fue un detonante.

Una primera renuncia de Gutiérrez Padilla fue rechazada por "Trino". Pero finalmente dejó el puesto. Tuvo enfrentamientos públicos con Javier Hurtado (quien lo acusó de amenazas) y se reintegró finalmente a la plantilla de profesores. Era el año 2003.

Para 2006, con las elecciones presidenciales en puerta, Gutiérrez Padilla hizo proselitismo a favor de Felipe Calderón, el candidato del PAN. A nivel estatal, el candidato a gobernador era Emilio González. Ambos, como se sabe, obtuvieron el triunfo.

Entonces sobrevino sobre Gutiérrez Padilla una cacería de brujas. Raúl no se sintió cómodo con un hombre que había sido vicerrector y contaría en el sexenio con el apoyo del gobernador y también del presidente. Lo defenestraron de la cátedra, no sin escándalo. El afectado se quitó el bozal y lanzó diatribas contra el padillismo, no carentes, por otra parte, de cierta veracidad.

El acto fue una especie de adelanto de lo que se vería poco después con el exrector Carlos Briseño, quien también se acercó al PAN, en la persona de Emilio González, al menos como aliado temporal. Es conocido su destino. Su cuerpo hoy descansa en una tumba, después de haber sido irregularmente depuesto.

Gutiérrez Padilla eludió esa suerte. Se refugió en Acción Nacional. En 2011, por ejemplo, formó parte de la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota. Y, con el corrimiento de Alfaro a la derecha, logró cruzarse, como ya decíamos, con Movimiento Ciudadano. En 2015, con los triunfos emecistas en la Zona Metropolitana de Guadalajara, se convirtió en director del Imeplan. En aquel año incluso se habló de "imposición" por parte del alcalde tapatío.

Pero tal vez tiene una espinita clavada en la UdeG y prevé un buen rendimiento local de Movimiento Ciudadano y del PAN en lo federal el próximo año. Si alguien está detrás de él, hay que buscarlo en ambos partidos.


El tipo de rector que sería, de lograr cumplir sus objetivos, no tiene por qué ser una incógnita. Resta hacer un poco de memoria y revisar qué tipo de actuación tuvo en la Vicerrectoría, hace ya 15 años. Un adelanto: era el más radical de los "renovadores" de la UdeG. Quería ponerla a tono con la liberalización y la modernidad de cuño panista. La lentitud con que esos cambios se daban lo exasperó. Si es un agente de transformación, no lo es hacia la izquierda, sino hacia el neoconservadurismo. 

domingo, 9 de julio de 2017

La consulta sobre la ciclovía y la desigualdad.



Hoy se realizará una consulta popular sobre la ciclovía instalada en la avenida Marcelino García Barragán.

Los entusiastas de la bicicleta se oponen a la realización del ejercicio, que es organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), a petición de vecinos inconformes.

No obstante, los ciclistas han estado haciendo propaganda para que la gente acuda y vote por el "Sí". Han desarrollado una intensa campaña en redes, empleando todos sus recursos y contactos. En cambio, de los que se oponen no se ha sabido casi nada. Escuchamos mucho los argumentos a favor, pero no los argumentos en contra. No es un proceso equitativo.

Tiene que ver con la desigualdad: los que promueven el "Sí" claramente pertenecen a sectores de clase media, con estudios, habilidades tecnológicas y acceso a medios de comunicación.

Los que no quieren la ciclovía en su mayoría parecen ser sólo son gente común que siente que les estorba esa infraestructura, que les quita clientes, que les aumenta el tráfico afuera de su casa. Y no están en redes. Opinan desde el terreno, desde su cotidianidad. Han recurrido a la repartición de volantes, quizá a la visita casa por casa y a las juntas vecinales.

En cambio, muchos de los que la defienden quizá ni pasan por ahí todos los días, pero están convencidos de que siempre es positiva una ciclovía, en todo tiempo y en todo lugar. Han adquirido sus convicciones y su visión en redes, al menos en parte. Ahí se informan, ahí dialogan, ahí se organizan y ahí se promueven.

La consulta transparenta las brechas tecnológicas, digitales, económicas, culturales y también políticas entre los bandos del "Sí" y el "No". Hace evidente que existe un lobby ciclista con habilidades tecnológicas, acceso a internet y contactos en los medios de comunicación y también en la clase política. Los lobbistas lograron poner el tema de la consulta y de la ciclovía en la agenda pública en pocos días y montaron una campaña primero en contra de la consulta y ahora a favor del "Sí".

Esas habilidades tecnológicas, ese acceso a internet, esos contactos, todo eso no lo tienen los opositores de la ciclovía, o no en el mismo grado. No existe un lobby que se oponga a este tipo de obras, pero sí uno que presiona para que se construyan.

Eso nos puede llevar a otro tema: ¿cuántos problemas de la ciudad no son visibilizados porque no están siendo retomados por grupos de activistas con capacidades, habilidades y vínculos como los de los ciclistas? El agua potable en colonias populares, el alumbrado público, la energía eléctrica, el pavimento, las clínicas, las escuelas. Son muchos problemas invisibilizados y tal vez más urgentes para una mayor cantidad de gente. En ultima instancia se trata de a qué problemas es prioritario dirigir los presupuestos.

De lo que no se debería hacer consulta alguna, y nadie la pediría además, es para llevar agua potable a Lomas de Tabachines, o para construir módulos de seguridad, escuelas o clínicas en la colonia Jalisco, en la Mesa Colorada o Santa Ana Tepetitán. Pero, ¿quién exige eso? ¿quién lo pone sobre la mesa? ¿quién hace presión para solucionarlo? Nadie, al menos en las redes.

La población marginada no sólo no cuenta con los altavoces, tampoco cuenta con la consciencia de sí como sujeto de derechos y como quien tiene que exigir y presionar a las autoridades para contar con los servicios públicos básicos.

El siguiente paso en la ciudadanización de la política es la politización de la población marginada, su activación, la visibilización de sus problemas, la colocación de su voz en la opinión pública y la exigencia de que se le atienda.

miércoles, 5 de julio de 2017

Las ciclovías, las consultas ciudadanas y los Derechos Humanos.



Ha habido problemas con una ciclovía construida en la avenida Marcelino García Barragán. Los vecinos de algunas colonias como Olímpica han bloqueado la calle exigiendo que sea desmontada la obra. Se trata de un proyecto del gobierno del estado. El gobernador Aristóteles Sandoval asumió la agenda del ciclismo urbano. Y en esto ha concordado con las autoridades municipales de la Zona Metropolitana de Guadalajara, comenzando con la encabezada por Enrique Alfaro.

A pesar de eso, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPC) admitió una solicitud para realizad una consulta pública sobre la ciclovía. Se realizará este domingo 9 de julio.
Muchos entusiastas y activistas del ciclismo han respondido con indignación. Consideran que la consulta violenta sus derechos, constitucionales y humanos. El colectivo "GDL en bici" presentó una queja formal contra el IEPC ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) por la realización de la consulta. Este grupo argumenta, entre otras cosas, que se contraviene lo estipulado en el artículo 4° de la Constitución Política del Estado de Jalisco. Se dicen "discriminados".

El mismo gobernador Aristóteles Sandoval ha adelantado que, independientemente de los resultados de la consulta, la ciclovía continuará. Él aduce "derechos de los ciclistas".

El tema es confuso. ¿Hay derechos de los ciclistas? ¿Esos derechos están consagrados como parte de los Derechos Humanos o de los que otorga la Constitución? ¿Cuáles son?

El diputado local Alejandro Hermosillo, que forma parte de la bancada de Movimiento Ciudadano, ha declarado que las ciclovías son un derecho tanto constitucional como humano. Envió dos iniciativas de reforma: 1) al artículo 387 del Código Electoral y de Participación Ciudadana, para que, antes de que el IEPC acepte realizar una consulta popular, cuente con el visto bueno de la CEDHJ y así garantizar que no se violenten derechos humanos. Y 2) a la Constitución Política del Estado de Jalisco, para que incluya el derecho a la movilidad como un derecho humano.

Las propuestas del diputado Hermosillo revelan lo erróneo de su propio discurso. Él arguye que la ciclovía un derecho humano, pero a la vez propone que ese derecho humano se establezca en la Constitución, con lo que reconoce tácitamente que no existe todavía en la letra. Él quisiera que la movilidad fuera un derecho consagrado y entonces habría podido rechazarse la consulta, con la reforma que propone al artículo 387 del Código Electoral. La CEDHJ habría rechazado la consulta por contravenir un derecho humano consagrado en la Constitución del estado. Pero eso no existe todavía.

Por supuesto, Hermosillo y los ciclistas pueden suponer, en una especie de iusnaturalismo, que el derecho a la movilidad es un Derecho Humano, aunque no exista en las leyes. Pero si no está asentado en ellas, no opera para efectos prácticos.

Ahora bien, hay una ambigüedad en "derecho a la movilidad". Así en general, cualquiera podría aceptar que una persona debería tener derecho a trasladarse a moverse, tal y como lo consagra, por ejemplo, el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado". Pero, hasta donde se sabe, no existe el Derecho Humano a trasladarse EN BICICLETA Y EN UNA CICLOVÍA.

Además, hay que tomar en cuenta que una ciclovía podría, en este mismo discurso, violentar los derechos de movilidad o de otro tipo, de algunas personas. Es de lo que se quejan, precisamente, los manifestantes contra la ciclovía. ¿Cómo decidir aquí?

Algún quejoso podría decir, por ejemplo, que así como los ciclistas arguyen un "derecho humano" para tener una ciclovía, él tiene el derecho humano a un camellón, una línea de macrobús, una pista para correr, para automóviles, que no le estorben a los autobuses, a los taxis, que también sirven para la "movilidad". ¿Por qué privilegiar la bicicleta? No, no puede haber un "derecho humano" a moverse en bicicleta en una ciclovía. Derecho a la movilidad tal vez, la cuestión es el tipo de movilidad.

Más allá de los Derechos Humanos, lo que están defendiendo las organizaciones de ciclistas es su propia visión de la movilidad, que puede no ser compartida por la mayoría de la gente. Y eso lo saben, por eso se oponen a la consulta: si se realiza, se fijaría un precedente para otras obras de este tipo. Lo que ellos quisieran es elevar las ciclovías a un "derecho humano" para no verse obstaculizados en su construcción.

Eso es peligroso. Pues se les daría toda la libertad para construir ciclovías en cualquier lugar, con la oposición o no de los que vivan o trabajan o tengan negocios o se vean o se sientan afectados. Ya hay algunos ejemplos en los que se aprecia que la ciclovía puede entorpecer el movimiento de autobuses urbanos.

En Avenida La Paz en ciertas horas uno puede ir en camión lleno y observar desde la ventanilla la ciclovía vacía. Los autobuses no pueden invadirla. Y nadie podría forzar a toda la gente a usar la bicicleta. Hay gente para la que no es una opción. La ciclovía, hay que decirlo, no es para todos, ni para todo lugar ni para cualquier tiempo.

Elevar las ciclovías a Derechos Humanos resulta casi una intentona autoritaria para imponerlas sobre todos, gusten o no gusten de las bicicletas, las usen o no, las puedan usar o no o les estorben o no las ciclovías.

Los Derechos Humanos no se pueden utilizar, manipular, ni trivializar de esta forma. Son algo demasiado serio. Las trampas retóricas de "derecho humano a la movilidad" para traducirlo a "derecho humano a circular por ciclovía en la avenida Marcelino García Barragán" no sólo son absurdas sino reveladoras del crecimiento en poder e influencia de grupos y sus discursos en los asuntos públicos.

Desde la izquierda, alguien quizá debería acordarse de otros Derechos Humanos, éstos sí reales, y muy importantes, por ejemplo, los del artículo 23 de la Declaración Universal:

"Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo".

"Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social".

O los del 25:

"Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad".

Y los del 27:

"Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten".

Si revisamos uno a uno los Derechos Humanos, quizá nos daríamos cuenta que tenemos problemas en casi todos ellos. No es que se minusvalore el uso de la bicicleta o de las ciclovías, es simplemente decir que los activistas del ciclismo deberían pensar antes de hablar y, si se van a referir a los Derechos Humanos, conocer primero los que ya existen y están consagrados antes de inventar unos a modo para mantener y extender sus posiciones en los debates públicos.

A veces parece que les duelen más los "derechos humanos" que ellos imaginan que los Derechos Humanos explícitos y violentados todos los días y a todas horas.

domingo, 2 de julio de 2017

El mesías de Temaca.



El líder más importante de Temacapulín es un sacerdote. Se llama Gabriel Espinoza. Ahí se crió. Su madre lo animó a sumarse a las protestas por la presa "El Zapotillo".

En la comunidad lo conocen como "El padre Gabriel". Habla de una "Revolución del Agua" y a "volver a las raíces". Dejó su parroquia en Zapopan y ahora reside en Temaca, donde inició un par de cultivos y también cría algunos animales.

En 2015 le prohibieron usar sotana y él mismo solicitó dejar el ministerio sacerdotal, después de 20 años. Vende paletas, nieves y tortillas a un costado del quiosco. Es entusiasta de la bicicleta, se opone a los alimentos transgénicos, se interesa en los derechos de la gente del ámbito rural. Desde hace un par de años es miembro del Movimiento Rural de Acción Católica.

Es fundador del "Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo", que articula organizaciones de apoyo con el mismo membrete en varias ciudades del país. Colaboran también, por ejemplo, el Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC) y el Movimiento Mexicano de Afectad@s por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER).

Su objetivo se centró en que la presa "El Zapotillo" no tuviera más de 80 metros de altura, para así salvar a los pueblos. En 2014, el movimiento obtuvo una resolución de la Suprema Corte de Justicia para que la construcción fuera suspendida.

Cuando hace unos días el gobernador Aristóteles Sandoval (que primero se había sumado a esa causa) informó que la altura será de 105 metros y se tendría que inundar Temacapulín, el padre Gabriel, presente en el acto, se levantó y gritó consignas. El gobernador, entre molesto y nervioso, lo convocó a "hablar de frente" en una oficina.

Con una clara tendencia de izquierda ruralista, el "padre Gabriel" y el movimiento "Salvemos Temaca" atrae simpatías juveniles urbanas. El mismo sector que, por ejemplo, se siente atraído por el indigenismo, el neozapatismo, las tendencias New Age o el ecologismo.

El hecho de que Gabriel Espinoza haya sido o sea sacerdote nos puede llevar al tema de la relación entre la iglesia católica y la rebeldía. Desde Bartolomé de Las Casas y Miguel Hidalgo hasta Samuel Ruiz y Alejandro Solalinde, la figura del sacerdote que se une a las masas oprimidas es una constante en la historia de México. Es una herencia de la Conquista y la Colonia, que se ha mantenido vigente.

En siglo XX, conocimos en América Latina la Teología de la Liberación y no pocos guerilleros rurales y urbanos tenían a la mano una Biblia. El EZLN mismo ha estado desde el origen muy influido por esta corriente ideológica. Indigenismo y catolicismo de base han hecho sinergia en varias etapas y varios lugares.

En años recientes, hemos visto muy activas a las universidades jesuitas, como la Iberoamericana, cuna del movimiento #Yosoy132 y, en Jalisco, el ITESO, que se ha vuelto un semillero de activistas locales, algunos ya en puestos de gobierno, después de un recorrido en la protesta y las actividades a ras de suelo. En temas como la movilidad no motorizada, la sustentabilidad, el ecologismo, el feminismo y los Derechos Humanos, estudiantes y profesores de esa casa estudios tienen presencia.

Un aroma de eso hay en el caso del padre Gabriel y los habitantes de Temacapulín. También él, como teólogos de la liberación y sacerdotes "rebeldes" han sido atacados por la jerarquía, a la par que han tenido éxito en convocar a la masa popular.

Quizá algo propio de sociedades mestizas, mixtas, esta rebeldía latente, que puede ser llamada desde una institución que parece parte del statu quo como lo es la iglesia católica, podría ser síntoma de nuestro "barroquismo", de esa unión de contrarios que nos define.

Según posturas menos flexibles, la religión y la iglesia siempre serían elementos reaccionarios, aliados a los sectores dominantes. Pero el hecho es que en nuestra propia historia vemos que esa interpretación es limitada: la religión y miembros de la iglesia han encabezado luchas de liberación y transformación social.

La masa puede no sólo ser adormecida, sino también encendida. Y puede serlo bajo banderas muy diferentes. Así como hubo independentistas que llamaban a defender la monarquía de Fernando VII y la religión frente a los "jacobinos" franceses que invadían España, así también hubo "Cristeros" que lucharon con las armas contra el Estado, para defender el culto.

En un estado de posturas católicas y reaccionarias como Jalisco, puede explicarse la influencia de Gabriel Espinoza. Pero hay que decir que, a la vez que católico y sacerdote, el padre Gabriel muestra tendencias de izquierda y ha incomodado tanto al gobierno como al arzobispado.

Socialmente, tiene el apoyo y hasta la devoción de los pocos pobladores que siguen en Temacapulín. Y, como ha sido constante en los activismos recientes, logra sumar jóvenes de clase media universitaria, ya no tanto a la gente de base en las ciudades.


El mesianismo, el caudillismo, la utopía, el romanticismo rural, el indigenismo, una rara dualidad reacción-revolución, el barroquismo expresado en la lucha social, todo ese universo tiene algo de presencia en Gabriel Espinoza y la causa de Temacapulín.