lunes, 10 de julio de 2017

Ricardo Gutiérrez Padilla, Enrique Alfaro y el PAN.




En las últimas semanas, un personaje hasta ahora no muy conocido destacó en los medios locales por su repentina aspiración a ocupar la rectoría general de la Universidad de Guadalajara.

Se trata de Ricardo Gutiérrez Padilla, quien se desempeñaba como director del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan). Siendo esa dirección un puesto controlado por Movimiento Ciudadano (el partido que gobierna la mayoría de los municipios metropolitanos) y siendo MC un partido controlado por Enrique Alfaro, las pretensiones de Gutiérrez Padilla fueron interpretadas por algunos como un intento del alcalde de Guadalajara por al menos incidir en la política interna de la universidad.

Es conocido que Enrique Alfaro y Raúl Padilla, el mandamás de la UdeG, no han tenido en el pasado reciente una buena relación. Alfaro rompió con el cacique allá por el año 2009, cuando se convirtió en alcalde Tlajomulco contendiendo bajo las siglas del PRD (un partido que es coto de Padilla).

Sin embargo, el novel alcalde se negó a entregar parte de la nómina municipal al "líder moral" udegeista. Se alió con Emilio González, entonces gobernador del estado, y dio comienzo a una abierta confrontación con los padillistas. Fracasó en su intento por arrebatarles el PRD. Y, después de varios movimientos, terminó por atrincherarse en MC.

Después de alejarse Padilla. la trayectoria de Alfaro tuvo dos grandes polos: la derecha local, agrupada en el PAN, y su primitiva alianza con Andrés Manuel López Obrador, es decir, en las antípodas del PAN. Esa dualidad se convirtió irremediablemente en un dilema.

En 2012 contendió en la elección de gobernador del estado, todavía como aliado del lopezobradorismo. No ganó, pero quedó cerca. Se le invitó a incorporarse a MORENA, la nueva plataforma de AMLO. Y fue entonces cuando tuvo que elegir.

Optó por la derecha. Ya en ese año, su estructura electoral estuvo llena de panistas y expanistas, muchos de ellos del grupo de Emilio González. Y en lo sucesivo esa presencia sólo iría aumentando. La ruptura con López Obrador fue inevitable y hoy es evidente: MORENA en 2018 tendrá un candidato propio que contenderá contra Alfaro. Muy probablemente sea el empresario Carlos Lomelí Bolaños.

En esa encrucijada en la que Alfaro se inclinó hacia los expanistas que venían siendo desalojados por el PRI, después de más de tres lustros de hegemonía blanquiazul en Jalisco, es en donde se cruzó con Ricardo Gutiérrez Padilla, cuyo camino había comenzado en la Universidad de Guadalajara.

En 2001, José Trinidad Padilla López, hermano de Raúl Padilla, se convirtió en rector general. Si tenemos obviar el nepotismo de ese nombramiento, sólo agregaremos que Ricardo Gutiérrez Padilla llegó a vicerrector. Era, pues, el segundo al mando.

Por razones aún no muy claras, Gutiérrez Padilla no terminó su periodo en la Vicerrectoría. El Programa de Planeación, Programación, Presupuestación y Evaluación (P3E), cuya implementación generó malestar entre profesores y directivos, fue un detonante.

Una primera renuncia de Gutiérrez Padilla fue rechazada por "Trino". Pero finalmente dejó el puesto. Tuvo enfrentamientos públicos con Javier Hurtado (quien lo acusó de amenazas) y se reintegró finalmente a la plantilla de profesores. Era el año 2003.

Para 2006, con las elecciones presidenciales en puerta, Gutiérrez Padilla hizo proselitismo a favor de Felipe Calderón, el candidato del PAN. A nivel estatal, el candidato a gobernador era Emilio González. Ambos, como se sabe, obtuvieron el triunfo.

Entonces sobrevino sobre Gutiérrez Padilla una cacería de brujas. Raúl no se sintió cómodo con un hombre que había sido vicerrector y contaría en el sexenio con el apoyo del gobernador y también del presidente. Lo defenestraron de la cátedra, no sin escándalo. El afectado se quitó el bozal y lanzó diatribas contra el padillismo, no carentes, por otra parte, de cierta veracidad.

El acto fue una especie de adelanto de lo que se vería poco después con el exrector Carlos Briseño, quien también se acercó al PAN, en la persona de Emilio González, al menos como aliado temporal. Es conocido su destino. Su cuerpo hoy descansa en una tumba, después de haber sido irregularmente depuesto.

Gutiérrez Padilla eludió esa suerte. Se refugió en Acción Nacional. En 2011, por ejemplo, formó parte de la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota. Y, con el corrimiento de Alfaro a la derecha, logró cruzarse, como ya decíamos, con Movimiento Ciudadano. En 2015, con los triunfos emecistas en la Zona Metropolitana de Guadalajara, se convirtió en director del Imeplan. En aquel año incluso se habló de "imposición" por parte del alcalde tapatío.

Pero tal vez tiene una espinita clavada en la UdeG y prevé un buen rendimiento local de Movimiento Ciudadano y del PAN en lo federal el próximo año. Si alguien está detrás de él, hay que buscarlo en ambos partidos.


El tipo de rector que sería, de lograr cumplir sus objetivos, no tiene por qué ser una incógnita. Resta hacer un poco de memoria y revisar qué tipo de actuación tuvo en la Vicerrectoría, hace ya 15 años. Un adelanto: era el más radical de los "renovadores" de la UdeG. Quería ponerla a tono con la liberalización y la modernidad de cuño panista. La lentitud con que esos cambios se daban lo exasperó. Si es un agente de transformación, no lo es hacia la izquierda, sino hacia el neoconservadurismo. 

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