domingo, 2 de julio de 2017

El mesías de Temaca.



El líder más importante de Temacapulín es un sacerdote. Se llama Gabriel Espinoza. Ahí se crió. Su madre lo animó a sumarse a las protestas por la presa "El Zapotillo".

En la comunidad lo conocen como "El padre Gabriel". Habla de una "Revolución del Agua" y a "volver a las raíces". Dejó su parroquia en Zapopan y ahora reside en Temaca, donde inició un par de cultivos y también cría algunos animales.

En 2015 le prohibieron usar sotana y él mismo solicitó dejar el ministerio sacerdotal, después de 20 años. Vende paletas, nieves y tortillas a un costado del quiosco. Es entusiasta de la bicicleta, se opone a los alimentos transgénicos, se interesa en los derechos de la gente del ámbito rural. Desde hace un par de años es miembro del Movimiento Rural de Acción Católica.

Es fundador del "Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo", que articula organizaciones de apoyo con el mismo membrete en varias ciudades del país. Colaboran también, por ejemplo, el Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC) y el Movimiento Mexicano de Afectad@s por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER).

Su objetivo se centró en que la presa "El Zapotillo" no tuviera más de 80 metros de altura, para así salvar a los pueblos. En 2014, el movimiento obtuvo una resolución de la Suprema Corte de Justicia para que la construcción fuera suspendida.

Cuando hace unos días el gobernador Aristóteles Sandoval (que primero se había sumado a esa causa) informó que la altura será de 105 metros y se tendría que inundar Temacapulín, el padre Gabriel, presente en el acto, se levantó y gritó consignas. El gobernador, entre molesto y nervioso, lo convocó a "hablar de frente" en una oficina.

Con una clara tendencia de izquierda ruralista, el "padre Gabriel" y el movimiento "Salvemos Temaca" atrae simpatías juveniles urbanas. El mismo sector que, por ejemplo, se siente atraído por el indigenismo, el neozapatismo, las tendencias New Age o el ecologismo.

El hecho de que Gabriel Espinoza haya sido o sea sacerdote nos puede llevar al tema de la relación entre la iglesia católica y la rebeldía. Desde Bartolomé de Las Casas y Miguel Hidalgo hasta Samuel Ruiz y Alejandro Solalinde, la figura del sacerdote que se une a las masas oprimidas es una constante en la historia de México. Es una herencia de la Conquista y la Colonia, que se ha mantenido vigente.

En siglo XX, conocimos en América Latina la Teología de la Liberación y no pocos guerilleros rurales y urbanos tenían a la mano una Biblia. El EZLN mismo ha estado desde el origen muy influido por esta corriente ideológica. Indigenismo y catolicismo de base han hecho sinergia en varias etapas y varios lugares.

En años recientes, hemos visto muy activas a las universidades jesuitas, como la Iberoamericana, cuna del movimiento #Yosoy132 y, en Jalisco, el ITESO, que se ha vuelto un semillero de activistas locales, algunos ya en puestos de gobierno, después de un recorrido en la protesta y las actividades a ras de suelo. En temas como la movilidad no motorizada, la sustentabilidad, el ecologismo, el feminismo y los Derechos Humanos, estudiantes y profesores de esa casa estudios tienen presencia.

Un aroma de eso hay en el caso del padre Gabriel y los habitantes de Temacapulín. También él, como teólogos de la liberación y sacerdotes "rebeldes" han sido atacados por la jerarquía, a la par que han tenido éxito en convocar a la masa popular.

Quizá algo propio de sociedades mestizas, mixtas, esta rebeldía latente, que puede ser llamada desde una institución que parece parte del statu quo como lo es la iglesia católica, podría ser síntoma de nuestro "barroquismo", de esa unión de contrarios que nos define.

Según posturas menos flexibles, la religión y la iglesia siempre serían elementos reaccionarios, aliados a los sectores dominantes. Pero el hecho es que en nuestra propia historia vemos que esa interpretación es limitada: la religión y miembros de la iglesia han encabezado luchas de liberación y transformación social.

La masa puede no sólo ser adormecida, sino también encendida. Y puede serlo bajo banderas muy diferentes. Así como hubo independentistas que llamaban a defender la monarquía de Fernando VII y la religión frente a los "jacobinos" franceses que invadían España, así también hubo "Cristeros" que lucharon con las armas contra el Estado, para defender el culto.

En un estado de posturas católicas y reaccionarias como Jalisco, puede explicarse la influencia de Gabriel Espinoza. Pero hay que decir que, a la vez que católico y sacerdote, el padre Gabriel muestra tendencias de izquierda y ha incomodado tanto al gobierno como al arzobispado.

Socialmente, tiene el apoyo y hasta la devoción de los pocos pobladores que siguen en Temacapulín. Y, como ha sido constante en los activismos recientes, logra sumar jóvenes de clase media universitaria, ya no tanto a la gente de base en las ciudades.


El mesianismo, el caudillismo, la utopía, el romanticismo rural, el indigenismo, una rara dualidad reacción-revolución, el barroquismo expresado en la lucha social, todo ese universo tiene algo de presencia en Gabriel Espinoza y la causa de Temacapulín.

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