Hoy se realizará una consulta
popular sobre la ciclovía instalada en la avenida Marcelino García Barragán.
Los
entusiastas de la bicicleta se oponen a la realización del ejercicio, que es
organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), a
petición de vecinos inconformes.
No obstante,
los ciclistas han estado haciendo propaganda para que la gente acuda y vote por
el "Sí". Han desarrollado una intensa campaña en redes, empleando
todos sus recursos y contactos. En cambio, de los que se oponen no se ha sabido
casi nada. Escuchamos mucho los argumentos a favor, pero no los argumentos en
contra. No es un proceso equitativo.
Tiene que ver
con la desigualdad: los que promueven el "Sí" claramente pertenecen a
sectores de clase media, con estudios, habilidades tecnológicas y acceso a
medios de comunicación.
Los que no
quieren la ciclovía en su mayoría parecen ser sólo son gente común que siente
que les estorba esa infraestructura, que les quita clientes, que les aumenta el
tráfico afuera de su casa. Y no están en redes. Opinan desde el terreno, desde
su cotidianidad. Han recurrido a la repartición de volantes, quizá a la visita
casa por casa y a las juntas vecinales.
En cambio,
muchos de los que la defienden quizá ni pasan por ahí todos los días, pero
están convencidos de que siempre es positiva una ciclovía, en todo tiempo y en
todo lugar. Han adquirido sus convicciones y su visión en redes, al menos en
parte. Ahí se informan, ahí dialogan, ahí se organizan y ahí se promueven.
La consulta
transparenta las brechas tecnológicas, digitales, económicas, culturales y
también políticas entre los bandos del "Sí" y el "No". Hace evidente que existe un lobby ciclista con habilidades
tecnológicas, acceso a internet y contactos en los medios de comunicación y
también en la clase política. Los lobbistas lograron poner el tema de la consulta y de
la ciclovía en la agenda pública en pocos días y montaron una campaña primero
en contra de la consulta y ahora a favor del "Sí".
Esas
habilidades tecnológicas, ese acceso a internet, esos contactos, todo eso no lo
tienen los opositores de la ciclovía, o no en el mismo grado. No existe un
lobby que se oponga a este tipo de obras, pero sí uno que presiona para que se
construyan.
Eso nos puede
llevar a otro tema: ¿cuántos problemas de la ciudad no son visibilizados porque
no están siendo retomados por grupos de activistas con capacidades, habilidades
y vínculos como los de los ciclistas? El agua potable en colonias populares, el
alumbrado público, la energía eléctrica, el pavimento, las clínicas, las
escuelas. Son muchos problemas invisibilizados y tal vez más urgentes para una
mayor cantidad de gente. En ultima instancia se trata de a qué problemas es prioritario dirigir los presupuestos.
De lo que no
se debería hacer consulta alguna, y nadie la pediría además, es para llevar
agua potable a Lomas de Tabachines, o para construir módulos de seguridad,
escuelas o clínicas en la colonia Jalisco, en la Mesa Colorada o Santa Ana
Tepetitán. Pero, ¿quién exige eso? ¿quién lo pone sobre la mesa? ¿quién hace
presión para solucionarlo? Nadie, al menos en las redes.
La población
marginada no sólo no cuenta con los altavoces, tampoco cuenta con la
consciencia de sí como sujeto de derechos y como quien tiene que exigir y
presionar a las autoridades para contar con los servicios públicos básicos.
El siguiente
paso en la ciudadanización de la política es la politización de la población
marginada, su activación, la visibilización de sus problemas, la colocación de
su voz en la opinión pública y la exigencia de que se le atienda.
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