domingo, 10 de septiembre de 2017

La prepa y los hermanos Karamazov.




Hace ya más de 15 años que entré al bachillerato, mi generación es la 2001 - 2004. Después de la secundaria, que fue un pequeño desastre para mí, mi plan era no seguir estudiando. Me metí a trabajar de panadero por algún tiempo y también le ayudé a mi papá a laquear puertas en un par de residencias de Ciudad Bugambilias, bastante lejos de la casa.

Pero finalmente entré a la prepa 7, en la Tuzanía. No sé por qué ahí, quizá sólo porque mi hermana ahí cursaba. Mi hermano menor nos seguiría los pasos. Los primeros semestres no resultaron del todo bien. No me gustaba ir a la escuela, quizá nunca me gustó. Hice tres veces el segundo semestre, me dieron de baja, le pedí perdón a la UdeG y me regularicé. A partir de tercero digamos que todo fluyó mejor.

Me gustaba leer autores rusos. Gógol, Tolstoi, pero por encima de todos a Fiódor Dostoievsky. Creo que lo primero que leí de él fue "El jugador", que me fascinó. Fue, sin embargo, "Los hermanos Karamazov" la novela que me marcó en esa época. Recuerdo estar sentado en algún rincón escondido de la prepa (que es grande y tiene jardines y escondrijos) pasando página tras página. La leí, la releí y la volví a leer varias veces.

El padre es Fiódor (como el autor). Es pendenciero, mujeriego, tacaño. El hijo mayor se llama Dimitri y comparte esos rasgos, incluso compiten por la misma mujer. Es la Rusia viciosa, alcohólica, inmoral. El de en medio es Iván, es filósofo, con ideas políticas "modernas". Es la Rusia que quiere ser Europa, integrarse al progreso. El más joven es Alekséi, "Aliosha", es piadoso, es generoso, un apóstol. Es la Rusia que propone Dostoievsky, una que no permanezca en sus vicios, como Fiódor o Dimitri, pero que tampoco deje de ser lo que es por imitar al extranjero europeo, como Iván, sino que sepa explorar en el fondo de sí misma y encuentre su alma verdadera, buena, la del campesino, la del humilde, el oprimido. No se trata de echar por la borda lo que Rusia ha sido sino de redimirlo.

Lo que avergonzaría a un "progresista" Dostoievsky lo reivindica con "Aliosha": no es cierto que el "mujik", el hombre rural, es sólo un borracho ignorante. Guarda también un espíritu fuerte, bello, elevado, lleno de compasión.

En "Los hermanos Karamazov" hay una filosofía de la historia y un mensaje político. Ahí se expresa ya la superación de la dualidad retorno-progreso, se desmonta, se da una alternativa. No se trata sólo de ir para adelante según los dictados del "progreso", ni de estancarse. En un afán con mucho de romántico, el "avance" quizá esté en la mirada hacia atrás, como el ángel de la historia benjaminiano.

Mi memoria de la preparatoria está determinada por lo que soy ahora. No podría recordar lo que era antes "exactamente", porque me recuerdo sólo a partir de lo que soy hoy. Es la infancia, la adolescencia, que no recordamos como es, sino que es como la recordamos. Ya no sé si en mis reflexiones del presente hay un eco de aquella época para mí ya lejana. O si esa época, al recordarla, es un eco de mis reflexiones presentes.

Somos nuestra memoria, como escribió Borges, ese montón de espejos rotos.

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