domingo, 10 de marzo de 2019

La filosofía y la autoayuda, para colmo de Nietzsche


Estamos en una época en la que florecen los negocios de la autoayuda y la motivación.
Uno de los giros dentro de toda esa industria es la que protagonizan guías o gurús que venden libros, conferencias, talleres y cursos para personas que quieren ganar dinero, hacerse ricos, "llegar más allá", "superarse".
Esos gurús venden la idea de que la gente que quiere pero no puede hacerse rica o tener bonanza carga con miedos, complejos, traumas, prejuicios, ideas que no la dejan avanzar. Es cuando se recurre a una suerte de "psicología" mezclada con "espiritualidad" y coaching. Y se involucran elementos de diferentes tradicionales culturales, para darle un aura de sabiduría ancestral al proceso.
Así, los gurús dicen haber estudiado budismo, hinduismo, sintoísmo, jainismo, aseguran haber aprendido en la India, en Egipto, en Japón, China, Sudamérica, con los nativos norteamericanos. Eso lo combinan con un pretendido conocimiento de la psicología. Pero todo tiene como fulcro el "conocimiento financiero". Porque, a final de cuentas, no hay que olvidar que todo se trata de lograr la riqueza, de ganar más dinero, aprender a vender, hacer contactos, vínculos, tener ánimo para competir.
La filosofía también es sacada a relucir en todo esto, pues se trata de un tradición milenaria y venerable, que a todo mundo le puede resultar atractiva, aunque no sepa bien a bien en qué consiste.
El auge del eclecticismo cultural en occidente tiene aquí uno de sus motores. Las mezcla de elementos culturales diversos ha sido utilizada para vender esos libros, esas conferencias y esos cursos. Y toda la industria tiene como motivo la demanda de consejeros, guías, discursos motivacionales y recetas para "liberarse" de todo lo que no permite que las personas sean exitosas en la sociedad capitalista.
Hay un mercado grande para la autoayuda y viene a resultar que vender consejos para hacerse rico ha sido la vía por la que muchos se han hecho ricos, extrayendo dinero de gente por lo regular de clase media y alta que quiere "pasar al siguiente nivel".
El tipo de persona que aparece como cliente suele ser ambiciosa, bastante ignorante, que en su vida ha tenido como casi única meta aumentar su patrimonio, tener un negocio próspero, que crezca su cuenta bancaria, poseer más dinero y más cosas.
Pero no lo ha logrado o sólo a medias. Y, con un trasfondo individualista, lo atribuye no a factores estructurales o dinámicas económicas, sino a sí misma. No sabe de finanzas o no lo suficiente, no se ha atrevido a hacer cosas porque arrastra miedos, no ha logrado ver la ruta porque tiene una venda que tiene que arrancarse.
¿Y de dónde vendrán esa liberación y ese conocimiento? De lo que nunca le ha interesado, la cultura. Entonces habrá quien se la venda, aunque es dudoso que eso que le vendan realmente sea algo parecido a cultura. Será más bien un amasijo de símbolos, frases, amuletos, relatos, anécdotas, parábolas, fábulas, historias tomadas de aquí y de allá, hechas mercancías y presentadas de manera agradable y emotiva.
Es en este ámbito cuando la "cultura", la "filosofía", la religión y la sabiduría comienzan a parecer muy útiles, sirven para algo, para venderse y para comprarse, para ganar dinero.
Porque eso es lo que vale en el capitalismo: lo que se puede vender, con lo que se puede lucrar, lo que triunfa como mercancía. Sólo lo que entra en el esquema del lucro vale y existe.
Ya Nietzsche en su época notaba el ascenso de los "cultifilisteos", gente por demás inculta que, sin embargo, se presentaba como culta y elogiaba la cultura y la filosofía, siempre y cuando se mantuvieran como entretenimiento y justificaran su modo de vida. Porque cuando la filosofía comienza a hacer preguntas y a cuestionar, a amenazar lo "serio" de la vida (la dinámica de la compra y la venta, el lucro y la mercantilización), entonces esa filosofía se ha salido de control y tiene que dejarse de lado.
La filosofía para triunfar en el capitalismo debe ser no sólo inofensiva, un pasatiempo esnobista, sino que debe pasar a ser una mercancía que movilice una industria, como la de la autoayuda.
Estamos en el mundo y en la época de los "cultifilisteos". Y el mismo Nietzsche ahora es utilizado para motivar a los vendedores y los hombres de empresa.

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